No puedo imaginarme a un dios que premia y castiga a los objetos
de su creación, cuyos propósitos han sido modelados bajo el suyo propio;
un dios que no es más que el reflejo de la debilidad humana.
Tampoco creo que el individuo sobreviva a la muerte de su cuerpo:
esos no son más que pensamientos de miedo o egoísmo de lo más ridículo.
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