miércoles, 25 de mayo de 2011

Mario Benedetti

Aquí no hay cielo,aquí no hay horizonte. 
Hay una mesa grande para todos los brazos

y una silla que gira cuando quiero escaparme
.
Otro día se acaba y el destino era esto
.



Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:

siempre suena una orden, un teléfono
, un timbre

y
, claro, está prohibido llorar sobre los libros

porque no queda bien que la tinta se corra.

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