jueves, 2 de junio de 2011

Francisco L. Bernárdez

Soneto enamorado


Dulce como el arroyo soñoliento,
mansa como la lluvia distraída,
pura como la rosa florecida
y próxima y lejana como el viento.


Esta mujer que siente lo que siente
y está sangrando por mi propia herida
Tiene la forma justa de mi vida
y la medida de mi pensamiento.


Cuando me quejo, es ella mi querella,
y cuando callo, mi silencio es ella,
y cuando canto, es ella mi canción.


Cuando confío, es ella la confianza,
y cuando espero, es ella la esperanza,
y cuando vivo, es ella el corazón.

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